¿Te imaginas vestirte con posos de café, con algas invasoras, o con el plástico que le hace daño a los océanos? Pues esto ya es una realidad. Hoy te propongo analizar el futuro de la moda. El cambio climático nos está haciendo ver que maltratar la naturaleza tiene un precio importante en nuestra vida.
Podemos ver en el telediario, o lo que es peor sentir, que alguien cercano, o incluso nosotros mismos, sufrimos las consecuencias de grandes inundaciones o temporales de efectos desproporcionados. Cada vez más, al sentirnos amenazados, nos planteamos qué podemos hacer para cambiar el curso de esta realidad.
Las tiendas nos cobran las bolsas de plástico para concienciarnos, e incluso disuadirnos de su consumo, porque los mares están llenándose de toneladas de este desecho. También la forma que tenemos de consumir ropa está siendo objeto de estudio.
La industria textil es la segunda más contaminante del planeta. Hasta los propios productores se están haciendo conscientes del problema. La tendencia creada por Zara, hace dos décadas, de cambio de ropa semanal, ha movido al resto de las grandes cadenas y se fabrican la friolera de 80.000 millones de prendas al año, para lo cual se necesitan toneladas de petróleo. Hemos convertido la ropa en algo perecedero, lo que empieza a generar un gran problema sobre todo por la dificultad para deshacerse de ella. Se estima qué su reciclaje debería tratarse como el de las baterías.
Es por esto que algunas empresas y diseñadores se han puesto manos a la obra, sintiéndose comprometidos con el planeta o porque están viendo otra oportunidad comercial, de cualquier forma la noticia es buena en sí misma, otra parte es cómo vamos a afrontarlo los consumidores que tan acostumbrados estamos a comprar ropa de forma continua, cuál va ha ser nuestro nivel de compromiso con el consumo sostenible.
Para tratar de paliar tanto efecto adverso hay empresas que se dedican a rescatar toneladas de plásticos, con la ayuda de barcos pesqueros en las zonas marítimas de Asia, que es donde más basura se genera. Otras usan sólo algodón orgánico, reutilizan los posos de café, incluso algas cómo puse al principio, porque me pareció muy llamativo. Zapatillas hechas con botellas de plástico y fibras de procedencia renovables. Y es que los seres humanos, cuando nos ponemos a funcionar en lo que nos importa, le damos bien al ‘coco’ y resolvemos, lo cual resulta esperanzador.
De la inquietud de los consumidores, los diseñadores y productores comprometidos nace la moda ética y sostenible. El concepto “slow fashion” ha venido para quedarse, saber con qué material se construye una prenda o calzado, de dónde provienen esas materias primas, y que las condiciones laborales, de las personas que las hacen, sean dignas, empieza a preocuparnos, incluso a fascinarnos a algunos. Que esa inquietud crezca entre los consumidores es la única forma de que los productores se pongan las pilas y cambien el modelo despilfarrador y codicioso actual, para que la Ética y la Estética vayan de la mano.
Para poder localizarlos existen certificados internacionales que califican el tipo de industria el tipo de materiales que utilizan y como lo obtienen.
Viene el tiempo en el que saber qué quieres vestir, cuánto y qué estás dispuesto a pagar por ello, es nuestra responsabilidad. Nos vemos en el próximo Ayer&Hoy. Buen mes.