A lo largo de mi vida profesional, he podido comprobar la relación de amor-odio que las personas con cabello rizado tenían y tienen con su pelo. La búsqueda de soluciones pasaba, y sigue pasando en muchos casos, por peinarse alisando el cabello con secadores o planchas, lo que supone una limitación y un engorro en su vida cotidiana para llevar la imagen deseada, y, al mismo tiempo, poder hacer deporte o cualquier otra actividad, incluso ducharse sin estropear el peinado liso.
Esto supone, en muchos casos, optar por alisados, como el japonés o como el brasileño, a base de tioglicolatos y los tratamientos de queratinas, que también tenían como objetivo conseguir el alisado a base de formol o derivados, que transforman el interior de la fibra, reduciendo los puentes de sulfuros, que constituyen la columna vertebral de cada cabello, consiguiendo un alisado de forma permanente.
Tantas transformaciones tienen sus consecuencias negativas en el cabello, además del cansancio y, a veces, la desesperación de quienes ven en su cabello rizado un problema.
Durante todo el tiempo que llevo ejerciendo como peluquera, he aconsejado a mis clientes con este tipo de cabello que aprendieran a cuidarlo, conociendo mejor sus carencias, pero también sus posibilidades estéticas así como sacar partido a su imagen de chic@ de pelo rizado, liberándose de la esclavitud de entender que el “peinado perfecto” es liso.
Es por ello que me parece fantástico que, actualmente, haya aparecido un movimiento de chicas “curly”, abanderando lo que para mí ha sido siempre obvio, aprender a conciliarse con su imagen, y que su rizo sea bonito, flexible y con efecto muelle.
Para ello, hay que conocer bien cómo tratarlo adecuadamente según el tipo de rizo, grosor, nivel de encrespamiento y peso. Cada tipo de rizo necesita un buen diagnóstico, tanto para enfocar la manera de cuidarlo, cómo peinarlo y, sobretodo, cómo cortarlo para tener una forma bonita, con un reparto equilibrado del rizo y la técnica adecuada para evitar un mayor frisado.
Los cabellos rizados aunque pueden parecer fuertes a simple vista, por su apariencia de volumen potente, son muy vulnerables, porque son bastante secos en su mayoría. Esta falta de lípidos y agua desequilibra su naturaleza, restándoles flexibilidad y peso, y, como consecuencia, las escamas de la cutícula, que es la superficie protectora del cabello, se levantan produciendo un rozamiento entre ellos, deteriorándolos.
Por eso, mi mayor recomendación ha sido siempre nutrir e hidratar los cabellos rizados con eficacia, con champús y mascarillas de calidad que penetren dentro de la fibra alimentándolo, quedándose dentro, aportando la flexibilidad, y el peso que necesita, de una forma real.
También con perseverancia, ya que el cabello será seco siempre, porque esa es su naturaleza y nace con esa necesidad de nutrientes y agua. Hay que ser conscientes de ello y asumir que hay que tratarlo siempre desde esa realidad, para conseguir una continuidad en el resultado a largo plazo.
El mercado ofrece tantas posibilidades, entre ellas los productos milagros, que mi siguiente recomendación sería ponerse en manos de profesionales cualificados, honestos y comprometidos para conseguir un buen consejo profesional, una buena hoja de ruta personalizada donde llevar cada rizo a su mejor y más bonita expresión.
Foto: Tanino Therapy