Desde este #yomequedoencasa, atendiendo a la petición de intentar hacer más amenas nuestras horas de espera, me pongo a escribir con esa intención. Espero aportar mi granito de esperanza, con la mirada puesta en esa puerta abierta que será el reencuentro con nuestras familias, amigos, conocidos, e incluso desconocidos, que estoy segura serán caras que nos alegrará ver.
Pero mientras, propongo ceñirse a la realidad del día a día, valorando cómo utilizamos ese tiempo que, fíjate por dónde, antes nos faltaba y ahora nos sobra.
¿Quién tenía tiempo de dejarse la mascarilla en el pelo o en la piel?
Por favor, no creas que es una banalidad ocuparte en cuidar tu piel, tus manos, tu cabello o tu aspecto en general. Está demostrado que conservar rutinas de cuidado personal aumenta la autoestima y, por lo tanto, la forma en la que miramos con más optimismo nuestra vida y lo que nos ocurre.
Tengo una propuesta para aquell@s que tienen melenas largas o abundantes, o ambas:
Vamos a hacer una cura de hidratación y nutrición durante ese tiempo que ahora sí podemos dedicarle.
Cuando te laves el pelo, una vez bien aclarado, quitas el exceso de agua con la toalla, que tendrás preparada para no desperdiciar parte de la mascarilla o crema que tengas para el cuidado del cabello. Aplica la cantidad justa para desenredar bien la melena y, una vez desenredada y repartida uniformemente, la recoges con una pinza o similar que posibilite mantener el producto un par de horas, de forma cómoda y funcional, y que te permita seguir dedicándote a otras cosas; así no te resultará pesado.
Después de ese tiempo, aclara y seca sin demasiada manipulación. No apliques demasiado calor ni roces de cepillo o planchas. Es un buen momento para dejar el cabello envuelto en la toalla para secarlo a “su amor” y descubrir una onda maravillosa, un rizo precioso o un cabello más jugoso y moldeable que te va a dar un volumen que no sabías que tenía tu pelo.
Date la oportunidad de descubrirlo y luego me cuentas.
¿Y para la piel? Primero limpieza profunda casera; si no tienes o utilizas peeling de piel, puedes poner al día la cantidad de muestras que entregamos en los centros estéticos o en las tiendas de cosmética. Es probable que alguno tengas por ahí. Si no es así, utiliza la leche limpiadora, entreteniéndote en la aplicación con un masaje suave y una retirada profunda, bien con agua o toallita de papel, según indicaciones del producto. Después aplica la mascarilla habitual, esa para la que nunca tienes tiempo y, mientras pones al día otras cosas de la casa, la dejas reposar según las indicaciones y retiras en tiempo, aplicando detrás tu crema de día.
Ponerte tu barra de labios icónica para los buenos momentos, puede ser un estímulo emocional para afrontar bajadas de ánimo.
Mi recomendación es que te crees una imagen cuidada sin artificios, para cada día, que te haga sentir bien sin forzar, para que te sea cercana y real con la situación y que, al mismo tiempo, te dé a ti y a los que te acompañan, una sensación serena y optimista frente a estos momentos.
También ayuda, o exige, a los que te rodean, a hacer lo mismo; cuidar su imagen. Invertirán tiempo y les hará sentir mejor y será bueno para todos.
Otro consejo es comer menos y de calidad adecuada a las necesidades orgánicas de la disminución de actividad. Si no tienes premios caloríficos y pocos saludables en la despensa, no se podrán comer y lo mismo descubrimos que nos gustan cosas que cocinamos en compañía y con creatividad.
Conste que son ideas, con la buena intención de provocar otras opciones o posibilidades. Si sirven para intentarlo, o simplemente para que te lo cuestiones, habrán cumplido su objetivo.
Otra recomendación sería bajar los niveles de estrés a través de abrir una ventana a vídeos de naturaleza, de la música que te gusta o de otras cosas verdaderamente tuyas, adecuados a las necesidades de tu gusto y sensibilidad.
Mantener el buen ánimo para caminar juntos hacia la solución y volver a vernos en nuestras magníficas terrazas soleadas, tan envidiadas por todo el mundo. Allí nos vemos. Cuídate.