En el artículo anterior comencé a explicarte el porqué no siempre consigues lo que quieres de tu pelo. Y partimos de lo más elemental para saber cómo se comporta según su grosor. Te ponía de ejemplo una cartulina como cabello grueso, un folio como grosor medio y el papel seda como fino y como, plegándolos de la misma manera, ninguno de ellos nos daba el mismo resultado estético.
Mi intención es que experimentes, para que no solo puedas sentir tu cabello con sus particularidades de color, textura, grosor, salud y forma, sino que, además, aprendas a conocerlo visualizando lo que puede o no puede darte. Que puedas ver cómo todo en él está interconectado y tiene una influencia en el resultado estético que consigues..Todo una relación directa entre cómo es, cómo lo cuidamos y cómo lo manipulamos para transformarlo.
Qué imagen conseguimos como consecuencia de aplicarle un moldeador, unas balayage, un alisado, un tratamiento curly, o, si lo cortamos a según qué medida, o si lo decoloramos o le dejamos las canas.
En definitiva, si descubres quién es sabrás qué puedes conseguir y cómo acertar para tener la imagen que deseas obtener. Por todo ello, ahora te hablaré de texturas.
Imagina un pañuelo de fina seda, un vestido de raso, tela de arpillera o saco, un abrigo de gruesa lana, una bola de algodón sanitario sin prensar y una toalla de rizo mullido.
Te preguntarás el porqué de estos ejemplos. Es muy sencillo. Quiero que relaciones la similitud de texturas entre la seda y un cabello fino y liso; entre el raso y una melena de pelo grueso y lacio; la arpillera nos va a recordar a cabellos secos y rugosos; la lana gruesa, a una melena abundante y ondulada; la textura del algodón, a un cabello muy decolorado o muy mechado; la toalla de rizo mullido a una melena ‘curly’ bien cuidada.
Seguro que ya has encontrado el tuyo y, si no es así, habrás sacado tu propio ejemplo. Te invito a experimentarlo. Si no lo visualizas, hazte con estos tejidos y descubre la diferencia de texturas a nivel visual y de tacto.
Ahora vamos a seguir imaginando. Si tuviéramos una pieza de tela de fina seda y quisiéramos hacer un abrigo para el invierno, estarás de acuerdo conmigo en que con la seda no lo conseguiríamos.
De igual manera que si tuviésemos un paño de gruesa lana y quisiéramos hacer un vestido lencero, para una fiesta, esta tela no nos daría ese efecto estético tan sutil que sí podríamos conseguir con la seda. Puedes aplicar el ejemplo a cualquiera de las otras texturas.
Durante mi carrera profesional he aprendido lo difícil que resulta, para la mayoría de las personas, poder imaginar los resultados estéticos que se pueden conseguir con su propio cabello.
He querido trasladarte con esta serie de ejemplos, que suelo utilizar para facilitar la comprensión del concepto, que las posibilidades estéticas que se pueden dar en cada tipo de cabello, no solo depende de las distintas transformaciones que podamos hacer, sino de cómo es en grosor , textura y estado físico.
Cierto es que cualquier cabello puede ser transformado, pues su materia lo permite, pero no siempre debe hacerse a cualquier precio y, mucho menos, para conseguir efectos indeseados, tanto a nivel estético como de salud capilar.
El buen consejo profesional ha de ir enfocado en ese sentido. Un cabello bonito es siempre un cabello cuidado adecuadamente, sea cual sea su naturaleza, pero siempre adaptando el tratamiento a sus características y posibilidades.
Espero que lo hayas disfrutado. Que septiembre te sea propicio y avancemos hacia la salida.