Cuando un-a cliente-a pone su confianza en mis manos y las de mi equipo, aparte de una gran responsabilidad, es, y será siempre, un reto maravilloso donde el compromiso con su satisfacción le da sentido a nuestro trabajo de cada día, por muchos años que pases dedicándote a esta preciosa profesión.
Pero, permíteme que te diga que si, como pasó hace unos días, una clienta, que puso su larguísima melena a merced de un cambio de estilo, me dice una frase maravillosa: “Es mi primera decisión para un cambio en mi vida”. Esto cobra un significado emocionante.
He de decir que, a lo largo de la historia, los cambios de estilo radicales han estado sujetos a situaciones en las que la vida te pone a prueba. Divorcios, cambios de país, de ciudad, de situación económica, de edad, de estudios, de amigos… Y más en las actuales circunstancias, donde cualquier situación personal tiene más peso y probablemente te obligue a ser más fuerte y más firme a la vez.
Pero te puedo asegurar que ver a llamemosle María (como diría Sabina), sintiéndose feliz y divertida con su nueva imagen, te da la sensación de verla mucho más fuerte y confiada frente a lo que le será inevitable afrontar. Creo firmemente que la toma de decisiones en la vida es lo que te permite avanzar en ella, y que, algo aparentemente sencillo como cortarse la melena, significa un primer paso hacia el futuro, es muy significativo ¡Gracias por tu confianza, y mucha suerte!
Y si de cambios se trata, hablemos de la Moda, con mayúsculas. Hace escasamente poco más de un año, las temporadas de moda se solapaban unas con otras, tanto Otoño-Invierno como Primavera-Verano, y viceversa, por el afán de comercializar en forma de sorpresa constante, como estrategia para mantener nuestra tensión de compra en alerta. Las actuales circunstancias han llevado a la industria de la moda a darse cuenta de que las plataformas online están imponiéndose como escaparate y como espacio de venta, cada vez más arraigado entre sus clientes. Eso junto a los famosos algoritmos, les descubre cuáles son las preferencias de los clientes, unido al deseo de “lo quiero- lo tengo”, en un día, incluso en medio día u horas.
Todo esto les está llevando a nuevas fórmulas de comercialización. No necesitan tener almacenada ropa de temporada, sino ir enseñando colecciones pequeñas pero constantes, lo que les permite controlar lo que ven que es más aceptado, y fabricarlo para poder llegar, con el modelo deseado, en el menor tiempo posible, sin tanto almacenaje ni riesgo. Incluso, están contemplando cerrar tiendas y hacer centros logísticos de almacenamiento más grandes y cercanos.
Lo dicho, todo cambia y se va modificando, según los humanos no vamos adaptando a la evolución de las tecnologías que van surgiendo. Así ha sido desde el principio de los tiempos, la aparición del fuego cambió la forma de comer los alimentos, y dio lugar a la aparición de nuevos utensilios y profesiones, al igual que la edad del bronce, la industrialización, por citar algunos, y ahora la era Internet, que sigue trayendo cambios a los que, nos guste o no, tendremos que adaptarnos.
La venta online se impone y, quien esté libre de subirse a ella, que tire la primera piedra. Y la pregunta es, si todo lo compramos en Internet, si las tiendas físicas van desapareciendo y nos tienen que traer todo a casa… en un mundo machacado por el cambio climático.
¿Cómo vamos a evitar la contaminación, con tanta mercancía mínima en movimiento?
¡Algo se nos ocurrirá! Seguro. Quizás, en Marte.