Diseñar una boda, nunca es fácil. Hacer coincidir los gustos y preferencias de las dos partes, es tarea compleja, especialmente si además de los novios interviene la familia de ambos. Hace años, tener más o menos gusto, dependía del tamaño de los langostinos, o de si había o no bengalas en la tarta. Y ser original consistía en no abrir el baile con el consabido vals, salvo que lo cantara Sabina.
Hoy en día, la realidad es que hay una gran cantidad de posibilidades para realizar un montaje de boda con éxito. El riesgo de caer en la moda del momento es que, al final, tu boda puede ser muy original pero poco auténtica.
Una boda tiene un gran atractivo comercial, para todos los sectores que intervienen en ella, y hay que tener muy claro cómo quieres que sea la tuya, para que no te seduzcan con propuestas innecesarias. Decidir si se quiere una boda de calidad o de cantidad, porque son tantos los detalles, que, a veces, podemos correr el riesgo de escatimar en lo esencial, en lo que le imprime carácter; o caer en la exageración, por temor a fallar.
Ser original pasa por ponerle tu sello, hacerla singular, que tenga vuestra identidad, sin añadirle más cosas. Ponerse en manos de buenos profesionales es la mejor opción, para que te aconsejen sobre lo que realmente necesitas. Es imprescindible hacer un buen diagnóstico para armonizar vuestros deseos con lo necesario para conseguirlo.
Hay que tener en cuenta el marco donde se desarrollará la boda, para definir el estilo de todos los elementos. No es lo mismo casarse en una ermita y celebrarla en el campo, que en la catedral o en el salón de un ayuntamiento.
Yo recomiendo, que antes de caer en lo que se lleva, se busque lo que favorece a la forma de ser de los contrayentes: su estilo personal, la estatura, el peso. Es curioso pero, en mi amplia experiencia, la frase que más he oído es la de que “mi vestido es muy sencillo”. Puedo asegurar que no siempre es así, y eso no es malo, hay ropa con estilos más elaborados, pero bien definidos, que dan categoría si se saben combinar bien con el peinado, maquillaje, pendientes y tocado.
Y, por favor, cuidar que el estilismo esté bien realizado, pues se da la circunstancia de ver recogidos que se van cayendo por el camino, con demasiada frecuencia. Que un peinado sea sencillo no está reñido con que su elaboración sea perfecta, igual que el maquillaje. Deben permanecer hasta que la boda acabe con el mejor resultado. Un maquillaje excesivo se va ajando con más facilidad, y da aspecto de cansada.
Los chicos tienen que cuidar los largos de las chaquetas en función de los hombros, en relación con su altura, y sentirse cómodos con lo que llevan, no disfrazados.
¡ Feliz luna de miel !