Con las vacaciones a nuestras espaldas, los que hemos tenido el privilegio de disfrutarlas, nos enfrentamos al nuevo curso. La "depre" pos vacacional nos recuerda los momentos de relax y desconexión de la realidad ya vividos. Probablemente saques a la luz los nuevos planes que has hecho, aprovechando la claridad de mente que da alejarse de lo cotidiano y entrar en contacto con otra forma de vida de gentes y de experiencias. Los proyectos ilusionantes de las cosas que siempre nos gustaría cambiar.
Hubo un tiempo en el que vivir bien era tener cuánto más mejor, poder comprarlo todo, tener acceso a todo, para lo que se hipotecaba la vida y ese esfuerzo se ha revelado como un foco de insatisfacción y desencanto en muchas ocasiones .
Actualmente, se tiende a valorar más en que gastamos nuestro dinero, y descubrimos que apostar por rodearse de calidad nos ayuda a tener mejores sensaciones de bienestar y buen vivir. Los cambios que deseamos, para tener una mejor calidad de vida, van acompañados de tomar una decisión ineludible: saber elegir lo que realmente merece la pena.
El nuevo lujo no es tener muchas cosas sino aquello que te hace sentir bien. El placer de las cosas bien hechas, los servicios que te descubren experiencias gratificantes porque te dan soluciones sobre cosas que te importan. Sobre el cuidado de tu piel, de cómo adquirir hábitos más saludables, de aprender a sacar un mayor partido a las posibilidades de tu cabello; saber donde encontrar ropa que te sienta mejor porque está mejor hecha, degustar otros tipos de comida en un ambiente diferente, y un largo etcétera que marcan la diferencia entre un servicio normal y otro excelente.
La excelencia es el valor añadido por el que empresas con vocación de éxito apostamos actualmente. Frente a tanta oferta, el hecho diferencial es hacer que nuestro cliente se sienta especial y encuentre satisfecha, e incluso superada, su expectativa. Es entonces cuando la relación calidad precio encuentra su equilibrio.
Seguro que todos hemos tenido experiencias varias estas pasadas vacaciones , dónde hemos apostado por un hotel, restaurante, excursiones o compras y dónde nuestras expectativas han sido gratamente cubiertas o bastante decepcionantes y por lo tanto caras, aunque no hayas pagado demasiado.
Las empresas con vocación de excelencia apuestan por unas instalaciones cuidadas y actuales, por unos productos de calidad contrastada, por la innovación y sobre todo por su capital humano, por tener un equipo preparado y comprometido con el resultado del servicio que se ofrece al cliente. Que a todos nos gusta lo bueno es una afirmación irrefutable porque todos tenemos nuestra medida de lo que nos parece bueno. La excelencia va más allá, la percibirás cuando la sientas.