Hola, soy Ino Crespo y llevo 43 años dedicándome en cuerpo, y diría que también profundamente en alma, y viceversa, al cuidado de la imagen de miles de personas que la han puesto en mis manos y a los que le agradezco su confianza de tantos años.
Me atrevo a empezar este año 2021 de lo que será, estoy segura, la era post COVID, con una reflexión sobre la especialidad que a mí me compete en esta sección, la de la imagen personal, cómo nos ha influido y cómo nos influirá en el futuro inmediato.
El puñetero coronavirus nos puso de manifiesto que, el aspecto físico en estado de desgaste, del día día, solo afectaba al estado de la imagen inmediata. Es decir que si le quitábamos la ropa ‘chuli’ que no nos poníamos, ni necesitábamos ponernos (¡Uff, pobres grandes firmas enriquecidas con nuestra necesidad de comprar lo último!), la imagen real. que el espejo nos devolvía diariamente, era la de nuestro estado de ánimo, la de nuestra piel, y el marco que describe de forma precisa es desgaste que la vida le aplica a nuestra imagen. Las arruguitas de una piel vivida, de nuestros veranos al sol. ¡Qué gusto haberlos disfrutado!
Las canas que, si bien denotan el trasiego de años que componen nuestra biografía personal, habíamos conseguido disimular en nuestra costumbre de disfrutar momentos personales e íntimos con nuestros estilistas, esa liturgia personal e intransferible, en la que la ilusión transformadora de la realidad, y más íntima entre nuestra emoción por sentirte renovad@, era un hecho que, ahora, nos está vetada por la incursión de este elemento distorsionador de nuestra cotidianidad.
En definitiva, que el puñetero ‘bicho’ (coronavirus) ha paralizado nuestra vida por momentos, y lo que ha puesto en evidencia es que la vida ha continuado a pesar de él, y que va a continuar, con una gran enseñanza para cada cual a nivel de enseñanza personal, según su experiencia.
Yo he podido constatar en estos meses que la necesidad de vernos bien en el día a día, en nuestra intimidad diaria, y nuestro espejo del baño, ha hecho que muchas personas, confíen en poner su imagen personal al día, en su afán de sentirse guap@s cada día para afrontar, con valentía cotidiana, lo que la vida nos ha ido deparando.
En definitiva, la imagen que cada día refleja nuestro amigo íntimo, el espejo del baño, siempre tendrá una doble lectura, la que por trayectoria de vida tenemos de nosotros mismos y la otra, la de la ilusión, que podemos construir con la capacidad individual de apostar por nuestro cuidado físico y emocional en el que poder hablarle a la imagen que, cada día, nos devuelva, de forma cómplice, el compromiso de cuidarnos que estableceremos día a día con nosotros mismos.
Que la belleza es salud era un eslogan del siglo XX. Ahora, y tras lo vivido, yo afirmo que la inteligencia de cuidar lo importante es la belleza misma.
Empezar el año siendo cuidadores ilusionados de la vida futura, donde la tecnología y la naturaleza se hermanen y sean cuidadosas de la belleza de un mundo único, y compartido, es mi apuesta de futuro. Porque solo, a partir de ahí, la creatividad será el artífice para construir la belleza de un mundo futuro. Lo creo y lo firmo no solo para el 2021, sino mucho más allá donde el mundo seguirá siendo infinito, mucho más allá de nosotros mismos.